A mí me ha pasado !! Salir de terapia, del fisioterapeuta o del masajista y sentir que la dosis ha sido demasiado intensa para mí. Y hasta encontrarme peor…con más dolores y desbordada físicamente. Y mentalmente pensando que debía haber avisado al terapeuta de mi sensibilidad y haber expresado lo que mi cuerpo me decía tan claramente.
Somos muy diferentes en cómo nos adaptamos a los estímulos de fuera de nosotros y vivimos en un mundo sobreestimulado que nos aleja de la paz física, mental y emocional.
Para cada uno de nosotros autoconocernos es el reto y abrirnos a recibir terapia para mejorar es una elección atrevida para las personas que somos altamente sensibles.
Personas altamente sensibles
Gracias a Elaine Aron la definición apareció para reconocer que estas personas percibimos más intensamente los estímulos que recibimos. Estos estímulos pueden ser sonidos, luces ,sabores y , como no ,el tacto. Nos puede estresar bastante una movilización rápida o violenta del terapeuta o una presión intensa sobre nuestro tejido neuromuscular. Y este estrés se revela en dolor. Nuestro maravilloso cuerpo expresa , habla y, a veces, grita. En cada uno de los procesos sanadores es muy necesario dar espacios al cuerpo para descansar, sentir y reconectar.
El regalo de ser persona altamente sensible nos hace valorar más nuestras características: la empatía , la profundidad del pensamiento, la conexión con lo sensorial , la inteligencia intuitiva…
He comprendido y sentido en mi trabajo que la dosis y el ritmo para cada paciente se eligen durante la sesión respetando el maravilloso don de la sensibilidad. El respeto y el amor en cada sesión compartida es una oportunidad de sanación y crecimiento.
Estoy muy agradecida a estos descubrimientos de cada día en la práctica de la consulta ya que hacer más saludable y disfrutable cada sesión es mi motivación diaria. Si cada uno aprovechamos y damos brillo a nuestros dones será más fácil el camino juntos.